El movimiento obrero surge de la Revolución industrial
como consecuencia de la falta de derechos que los trabajadores tenían en las
fábricas. Se inició en Inglaterra. Cuando surgió la revolución industrial una
de las primeras consecuencias fue la creación de fábricas en las que se buscaba
rentabilizar al máximo la producción. Al no existir todavía ningún tipo de
legislación que regulase la actividad industrial, los trabajadores se veían
expuestos a jornadas de trabajo de más de doce horas, los niños trabajaban
(siendo uno de los objetivos más atractivos para los empresarios porque sus
salarios eran sustancialmente inferiores).
Las primeras manifestaciones del movimiento obrero se plasmaron
en el ludismo (destrucción de máquinas) a las cuales se las responsabilizaba de
la pérdida de la capacidad adquisitiva del pequeño artesano. Éste término
proviene del obrero inglés Ned Ludd, que en 1779 destruyó un telar mecánico.
Sin embargo, los obreros se dieron cuenta de que no era la máquina su enemiga
sino el uso que de esta se hacía, fue entonces cuando dichos obreros comenzaron
a dirigir sus quejas a los empresarios. Así nació el sindicalismo, entendido
como un movimiento de resistencia contra el capital.
La reacción del gobierno inglés fue prohibir cualquier tipo
de asociación obrera. Parte de la historia del movimiento obrero ha estado
marcada por la persecución y la clandestinidad.
En los primeros decenios de la industrialización se produjo una
degradación de las condiciones de vida de los trabajadores:
- Aumento de la jornada laboral.
- Reducción salarial.
- Generalización del trabajo infantil.
- Negación ante la ayuda económica para enfermedades, paro
forzoso o vejez.
Por todo esto se crearon los sindicatos en los que se reunía
la gente trabajadora de un mismo oficio para defender sus reivindicaciones
mediante huelgas. Constituían sociedades de ayuda mutua, las cuales disponían
de cajas comunes con capital proveniente de las cuotas de los asociados.
En 1834 se formó la Great Trade Union (unión de sindicatos
de oficios) en las que las cuotas de afiliación para posibles nuevos socios
eran demasiado elevadas.
El sindicalismo británico optó, en sus orígenes, por las
reivindicaciones económicas, sin adherirse a ideales políticos revolucionarios.
Durante las décadas de 1830 y 1840 se fundaron asociaciones
obreras en los países del continente europeo, entre los que se encontraban
Alemania, Francia, España y Bélgica.
Este movimiento obrero se manifestó en la mayoría de países
industrializados mediante otras organizaciones, ej: cooperativas.
En los años 1838 y 1848, el movimiento obrero británico pasó
a la acción política utilizando el cartismo (consistió en un movimiento en
Inglaterra que trató de presionar al parlamento mediante la recogida de firmas
en apoyo a determinadas cartas donde se reivindicaban ciertos derechos. En una
de ellas, concretamente en el año 1838, se definía un programa democrático
basado en el sufragio universal masculino). El cartismo organizó huelgas, pero
el movimiento fracasó a causa de la represión, de las divisiones internas y la
derrota de la revolución de 1848 en Europa.
Los obreros se reunieron en organizaciones republicanas y de
izquierdas a favor del sufragio universal masculino. Después de aquella
revolución, las doctrinas socialistas empezaron a crear partidos de clase, de
carácter exclusivamente obrero.